La noche siembra senderos mórbidos de improvisada lucidez en la mente de la niña,
la de pelo azabache y ojeras guinda...
Dicen que abrió el cajón de la cerradura y vistió alas azules
y en el tragaluz de doña Herminda gritó "Azorka no volará conmigo"
Los más fatalistas la imaginan caer en el aliento del Mictlampa,
en ráfagas empañadas de un viento dolido de ser nada
la verdad
no había nadie
Ahora sueña con los ojos abiertos.
Ni sustos, ni gotas, ni el sufrimiento de las alas arrancadas pudieron cerrarlos
No despertará nunca más, dicen
Es el grito de las aves incendiadas, digo
El silencio, siente Azorka, lo devolverá a ella.
Comentarios