La vio en el centro. Su piel era blanca en demasía e iba vestida de rosa y morado. Precavido se le acercó, más la escrutaba morbosamente. Ella no mostraba incomodidad ante el escudriñamiento minucioso de Mariano, es más ni siquiera percibió su existencia. Sin embargo él no se puso triste, al contrario eso significaba que no era una chica fácil.
Al día siguiente fue al mismo lugar esperando encontrarla, pero no tuvo éxito. Sin saber qué hacer caminó por las calles del centro, pensando en no preocuparse, aunque tuviera que buscarla toda la vida la conseguiría. Una gran sonrisa y un silbido cursi lo acompañaron en su búsqueda.
Pasó el tiempo y Mariano ya no silbaba. Amigos y familiares no sabían qué hacer con el pobre muchacho. No hablaba y se la pasaba vagando por las calles del centro, obsesionado con encontrarla. Sin embargo la mala suerte era parte de su destino. Triste y cansado resolvió ir a casa y salir con alguna de sus novias pasadas. De esa forma ya no pensaría en ella.
Listo y engalanado se acordó de los buenos momentos que había tenido con Priscila pero no recordaba dónde hallarla. Tal vez en algún cajón estaría… subió, la buscó y la encontró. Hermosa como siempre solo faltaba que la inflaran.
No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió... Sabina Aconteció la vida juntos. La otredad dejó de ser extraña para volverse familiar, necesaria. Como siempre, cometí actos fallidos. Mi afición por encubrir esa perentoria necesidad que tiene el deseo de manifestarse a costa del infame dolor que pueda generar, hizo traicionar mi propia voluntad, cuando en realidad lo único que me hubiera gustado hacer era sentarme en tus piernas y besarte, interminablemente. El sueño lo descubrió todo, ¿por qué incluso en el sueño era capaz de traicionar el deseo puro, libre de máscaras? La costumbre de evadir una destrucción. Sin embargo ahí está el sueño y su naturaleza profética. Si no para la vida en vigilia, si para la vida que transcurre en el sueño, en donde también soy. Despierto un segundo y vuelvo al sueño, apareces de nuevo en él, en la cotidianidad de los días por venir. Traes un suéter anaranjado, el pelo te ha crecido y me saludas con una gran sonrisa. Un par de...
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y también hay hombres perfectos... oh sí.
http://www.realdoll.com/dolls.asp