De los días en que las almas de los difuntos transitan, una vez más, entre los que aún tenemos cuerpo, este año le dedico mis ofrendas a Gérard de Nerval, quien se inició en los secretos de la muerte el 25 de enero de 1855.
EPITAFIO
Vivió alegre unas veces como un estornino,
A ratos amoroso, indolente y sensible,
Otras sombrío y soñador como un triste Pierrot,
Un día oyó que alguien golpeaba a su puerta.
¡Era la muerte! Entonces le rogó que esperase
A que pusiera el punto a su postrer soneto;
Y después, impasible, fue a tenderse en el fondo
Del cofre frío donde su cuerpo tiritaba.
Era un perezoso, según cuenta la historia,
Dejaba resecarse la tinta en su escritorio.
Todo quería saberlo más nada conoció.
Y al llegar el momento en que, harto de esta vida,
Una noche de invierno, fue raptada su alma,
Se fue de aquí diciendo: "¿Para qué he venido?"
Gérard de Nerval
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Nerval en 1853, Daguerrotipo de Adolphe Legros |
Vivió alegre unas veces como un estornino,
A ratos amoroso, indolente y sensible,
Otras sombrío y soñador como un triste Pierrot,
Un día oyó que alguien golpeaba a su puerta.
¡Era la muerte! Entonces le rogó que esperase
A que pusiera el punto a su postrer soneto;
Y después, impasible, fue a tenderse en el fondo
Del cofre frío donde su cuerpo tiritaba.
Era un perezoso, según cuenta la historia,
Dejaba resecarse la tinta en su escritorio.
Todo quería saberlo más nada conoció.
Y al llegar el momento en que, harto de esta vida,
Una noche de invierno, fue raptada su alma,
Se fue de aquí diciendo: "¿Para qué he venido?"
Gérard de Nerval
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