y no es que quiera ser farola pero esa canción me encanta... recuerdo que te fuiste y yo después de darte un largo beso me recoste en la cama, y a lo lejos (a esa hora) se escuchaba, y pensé que quizás era parte de un sortilegio malintencionado.
el chiste es que nos hemos vuelto a encontrar pero lo más chistoso es que soñe contigo, a pesar de mi drogada indiferencia sigues aquí. Coño, Maldita Sea, no he podido dejar de pensar en ti.
y al día siguiente me entretuve con pláticas de meterse el dedo y no meterselo, de la trangresión y el alivio al vomitar, en asolear mi saco que apestaba a marihuana, en fin, esa noche estaba tan tan tan no sé, no sé nada, y hoy veo como es que todas las certezas de un momento se me escapan de las manos.
nada de chicos ostra, ni puñes reprimidos, ni club oficial de bateados... Ahora intento ser escéptica y solo confiar en el arte de ciertos escritores y algunos músicos, intentar no dejarme llevar por sentimientos prostituidos que han sublimado el dolor; quizás no fluir en conceptos elaborados... tal vez funcione volvernos escépticos para dejar de sufrir, aunque no creo que deje de gustarme John Lennon, ni creo que la melancolia que en ocasiones es insoportable se vaya y sobre todo porque abandonarme al escépticismo sería como entregarme a la Gran Costumbre... Y es en estos momentos cuando el dramaturgo se cuestiona: ¿Por qué maldita sea me gusta sufrir? y el personaje de su obra mediocre le contesta desde la última línea de la hoja: Pero si bien que te gusta, así que deja de quejarte.
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