Pareciera que despues de 40 años de la masacre fuera importante darle un reconocimiento al movimiento. Calderon habla del México actual democrático y libre comparándolo con el México reprimido del 68; Los medios de comunicación se encargaron de publicitar, no sólo a manera de nota roja tipo Prensa sino sentimentaloidemente, la matanza estudiantil. Hoy, podemos hablar libremente de lo sucedido en 1968 y conmovernos por los jóvenes que no volvieron a casa y por aquellos que vivieron para recordarlo. Hoy, este tema dejó de estar encerrado en las aulas para ir a la casa de todos los mexicanos que creen en la actualidad de la información de la tv. Hoy, guardaremos un minuto de silencio por aquellos que lucharon por la libertad de expresión y sólo eso... quizás en el 2046 a cuarenta años de Atenco y Oaxaca, pueda marchar con la fotos amplificadas de Alexis Benhumea, Alejandro López López, América del Valle, Bradley Roland Will, Alejandro García Hernández, etc.; quizás dentro de 40 años podamos pretender un juicio en contra de Ulises Ruíz, Enrique Peña Nieto, Vicente Fox, Felipe Calderón...
nada de chicos ostra, ni puñes reprimidos, ni club oficial de bateados... Ahora intento ser escéptica y solo confiar en el arte de ciertos escritores y algunos músicos, intentar no dejarme llevar por sentimientos prostituidos que han sublimado el dolor; quizás no fluir en conceptos elaborados... tal vez funcione volvernos escépticos para dejar de sufrir, aunque no creo que deje de gustarme John Lennon, ni creo que la melancolia que en ocasiones es insoportable se vaya y sobre todo porque abandonarme al escépticismo sería como entregarme a la Gran Costumbre... Y es en estos momentos cuando el dramaturgo se cuestiona: ¿Por qué maldita sea me gusta sufrir? y el personaje de su obra mediocre le contesta desde la última línea de la hoja: Pero si bien que te gusta, así que deja de quejarte.
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